Mostrando postagens com marcador MUSICA TRADICIONAL. Mostrar todas as postagens
Mostrando postagens com marcador MUSICA TRADICIONAL. Mostrar todas as postagens

MI VIEJO POTRO TORDILLO

ATAHUALPA YUPANQUI
COMPOSITOR: ATAHUALPA YUPANQUI
PAIS: ARGENTINA
ALBUM: GRABACIONES COMPLETAS
DISCOGRÁFICA: UNIVERSAL DIGITAL
GÉNERO: MUSICA TRADICIONAL, PAYADA
AÑO: 2018
 
          Atahualpa Yupanqui, nombre artístico de Héctor Roberto Chavero (Juan A. de la Peña, Pergamino, 31 de enero de 1908-Nîmes, Francia; 23 de mayo de 1992), fue un cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino.
    Ampliamente considerado como el músico argentino más importante de la historia del folklore. En 1986 Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de las Artes y Letras.
          Nació el 31 de enero de 1908 en el Campo de la Cruz (de la familia Segoburo, con sus tíos abuelos vascos) a dos kilómetros de Juan A. de la Peña, en el partido de Pergamino. A los dos años a su padre (empleado ferroviario) lo nombraron en la Estación de Peña, por lo que su primera infancia la transcurrió en Peña, primero en el Campo de la Cruz y luego en una casa frente a la estación del pueblo, donde vivió hasta los 9 años de edad. Esta casa en 2001 fue declarada patrimonio histórico de la ciudad de Pergamino y actualmente el municipio está gestionando su compra para hacer un centro cultural en memoria de Atahualpa Yupanqui. Posteriormente Atahualpa y su familia se trasladaron a Agustín Roca hasta que en 1917 se mudaron a Tucumán.
       Su padre, José Demetrio Chavero, de origen quechua y vasco, era oriundo de Monte Redondo, en la provincia argentina de Santiago del Estero, y su madre, Higinia Carmen Haran, era criolla de padres vascos. Su primera infancia transcurrió em Juan A. de la Peña, donde vivió hasta los 9 años de edad. Luego su familia se trasladó a Agustín Roca, allí su padre, trabajaba en el ferrocarril como telegrafista y se dedicaba también a la doma de caballos. Inicialmente estudió violín con el padre Rosáenz, el cura del pueblo. Más tarde aprendió a tocar la guitarra en la ciudad de Junín con el concertista Bautista Almirón, quien sería su único maestro. Inicialmente vivió en Junín en la casa de Almirón; posteriormente regresó al pueblo de Roca y viajaba 16 km a caballo para tomar las lecciones en la ciudad. Con Almirón, Roberto Chavero descubrió la música de Sor, Albéniz, Granados y Tárrega, y también las transcripciones para guitarra de obras de Schubert, Liszt, Beethoven, Bach y Schumann.
          En 1917 con su familia pasó unas vacaciones en la provincia de Tucumán, y allí conoció un nuevo paisaje y una nueva música, con sus propios instrumentos, como el bombo y el arpa india, y sus propios ritmos, la zamba, entre ellos. La temprana muerte de su padre lo convirtió prematuramente en jefe de familia. Fue improvisado maestro de escuela, luego tipógrafo, cronista y músico. Jugó tenis, boxeó y se hizo periodista. A los 19 años de edad, compuso su canción «Camino del indio». Conoció Jujuy, los valles calchaquíes y el sur de Bolivia. Con sus 20 años de edad, llegó a la ciudad de Urdinarrain con su guitarra, su lugar preferido era "La Amarilla", el escenario perfecto para desgranar cifras, milongas y cifras. Trabajo como peón para la Casa Goldaracena.
       En 1931 se casó con su prima María Alicia Martínez, quien tenía un hijo nacido en 1923 de una pareja anterior. No le había ido bien en la ciudad de Buenos Aires, así que se fueron a la provincia de Entre Ríos, en Urdinarrain nació su primera hija, Alma Alicia Chavero. Algún tiempo después se afincaron em Tala.
En enero de 1932 participó en la fallida intentona revolucionaria de los hermanos Kennedy, en La Paz (provincia de Entre Ríos), en la cual estuvieron envueltos también el coronel Gregorio Pomar y el escritor Arturo Jauretche, quien inmortalizó la patriada en su poema gauchesco El Paso de los Libres.
          Después de esta derrota debió exiliarse. Tuvo que refugiarse un tiempo em Montevideo (Uruguay), y luego en otras localidades del interior oriental y el sur de Brasil. Mientras tanto su esposa había regresado a Junín (provincia de Buenos Aires), donde el 11 de enero de 1933 nació su segundo hijo, Atahualpa Roberto Chavero. Finalmente en 1936 en Rosario nació Lila Amancay Chavero. Al año siguiente, se separó de su mujer. Ella y los cuatro hijos volvieron a Junín.
           (…) El 14 de noviembre de 1990 falleció en Buenos Aires su esposa, Nenette Pepín Fitzpatrick.
          En 1992, Yupanqui volvió a Francia para actuar en la ciudad de Nîmes, donde se indispuso y falleció el 23 de mayo. Por su expreso deseo, sus restos fueron repatriados y descansan en Cerro Colorado, bajo un roble europeo.
          Sus composiciones forman parte del repertorio de innumerables artistas, tanto en Argentina como en distintas partes del mundo.
En la esquina del potrero estaba echao mi tordillo, como esperando a la muerte pa descansar un ratito. Las quijadas medio moras entecau y como un vicio entre las vistas gastadas de tiempo, sol y caminos, le enredaban el paisaje los zumbos del mosquerío.
 
Malhaya triste destino, los caballos argentinos
 
Yo andaba emparvando pasto cuando frenó con gran ruido un camión lleno de fletes, zainos, ruanos, bayos, pintos. El hombre me ofertó plata pa llevarse mi tordillo. Le dije: no muchas gracias" "pa que lo quiere" me dijo, "sí ya no sirve pa nada, y yo le pago ahora mismo y en vez de que muera aquí que muera en el frigorífico".
 
Malhaya triste destino, los caballos argentinos
 
Le dí las gracias de nuevo por no voltearlo de un chirlo, después atiné a decirle: "siga nomás su camino, déjelo al flete que muera la muerte que él ha elegido, en la pampa que él conoce, en su cielo y su camino ande se acaba el alambre y empiezan los espinillos.
 
Malhaya triste destino, los caballos argentinos
 
No sienta miedo ni pena, mi viejo potro tordillo, que a usted no lo lleva naide pál lao de los frigoríficos. Me voy a quedar medio solo cuando usted se me haiga ido, después que lo haiga enterrado ví a plantar un arbolito, una sombra pa la sombra del recuerdo de un amigo. Será como siempre como tenerlo conmigo, en la pampa que conoce, en su cielo y su camino, ande se acaba el alambre y empiezan los espinillos.
 
Malhaya triste destino, los caballos argentinos