UN
CIGARRILLO, LA LLUVIA Y TÚ
TITO
RODRIGUEZ
COMPOSITOR:
ALBERTO CORTEZ
PAIS: PUERTO
RICO
ALBUM: LOS
GRANDES ÉXITOS DE TITO RODRIGUEZ
DISCOGRÁFICA: MUSICOR RECORDS
GÉNERO: BOLERO
AÑO: 1967
Pablo Tito Rodríguez Lozada (Santurce, Puerto Rico; 4
de enero de 1923 -Nueva York, Estados
Unidos; 28 de febrero de 1973) conocido como Tito Rodríguez, fue un cantante,
músico y director de orquesta puertorriqueño-estadounidense.
Fue
el sexto de los ocho hijos del matrimonio formado por el dominicano José
Rodríguez Fuentes y la cubana Severina Lozada Aguilera. Desde su infancia,
mostró gran interés en la música y ya en su niñez organizó e integró el conjunto
Sexteto Nacional, junto a su amigo desde ese tiempo, el músico Mariano Artau. Luego,
a los 13 años integró el "Conjunto Típico Ladí", también denominado
"Conjunto de Industrias Nativas" que dirigía el músico Ladislao
Martínez, con la cual grabó junto a Rafael Castro, también integrante del
grupo, su primer tema, la danza "Amor perdido", de la autoría de
Martínez en 1939 para RCA Victor. Ese año, se vincula al grupo "Cuarteto
Mayarí" junto con los guitarristas Manuel Jiménez y Francisco
"Paquito" Sánchez y el trompetista Plácido Acevedo, quien fungía como
director del grupo. Tito tocaba las maracas y hacía la segunda voz en el
conjunto, experiencia que nunca fue grabada pues permaneció solo cuatro meses
con el grupo.
La isla de Puerto Rico pasaba en ese momento por
una situación económica difícil influenciada por la Gran Depresión estadounidense;
por lo que Tito escribió a su hermano, el músico y cantante Juan de Capadocia
Rodríguez Lozada, conocido artísticamente como Johnny Rodríguez, quien residía
en Nueva York desde 1935, expresándole su deseo de marcharse. Había concluido sus estudios de
bachillerato y sus padres habían fallecido, lo que precipitó su partida.
Un cigarrillo, la
lluvia y tú, me trastornan,
Dejo mis labios sobre tu piel, me vuelvo loco.
La posesión del momento,
Ya se olvidó del invierno
Y a la ventana se asoma,
Buscando sus brazos muertos
Cupido mira desde el cristal, de locura
Que era imposible, de invocación a la luna
La melodía salvaje, que está inventando la noche
Se detiene nuestro instante, con un cálido reproche
Un cigarillo, la lluvia y tú, me trastornan,
Dejo mis labios sobre tu piel, me vuelvo loco.
Cuando se acuerde la aurora
De arrebatarnos los sueños
Serán pétalos de otoño,
No podrá nunca barrerlos.
Un cigarillo, la lluvia y tú, me trastornan,
Me trastornan, me trastornan.
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